Cualquier actividad que pueda aumentar la probabilidad de que una persona mantenga relaciones sexuales con otro individuo infectado por una infección de transmisión sexual se considera un comportamiento sexual de riesgo. De un tiempo a esta parte, los comportamientos sexuales de riesgo, como mantener relaciones sexuales sin preservativo, a menudo conducen a la violencia doméstica o son causados por ella.
Algunas víctimas de la violencia doméstica entran fácilmente en el tráfico sexual porque pierden su autoestima y se sienten desvalorizadas. Del mismo modo, tener un comportamiento de riesgo puede hacer que la pareja se infecte con enfermedades de transmisión sexual (ETS) y causar violencia doméstica y desconexión entre las parejas íntimas.
El comportamiento sexual de riesgo también conduce a embarazos no planificados entre familias económicamente inestables, lo que aumenta la presión sobre los recursos financieros y crea tensiones entre los miembros de la familia. Las parejas deben adoptar un comportamiento sexual responsable para mantenerse mutuamente a salvo del VIH y otras ETS y de los embarazos no deseados.